- El planeta extrasolar tiene una masa similar a la de la Tierra.
- alfa Centauri es el sistema estelar más cercano al Sistema Solar, sólo 4,3 años luz.
Si vives en el Hemisferio Sur, esta noche puedes levantar la mirada hacia una de las estrellas más brillantes, alfa Centauri, apuntar con el dedo y decir: «ahí hay un planeta similar a la Tierra».
El sistema estelar de alfa Centauri
Es fácil encontrar este sistema en el cielo:
alfa Centauri (α Cen) es la tercera estrella más brillante, sólo visible desde latitudes ecuatoriales o australes. Su nombre indica que es la estrella más brillante (alfa) de la constelación del
Centauro (Cen). La constelación era conocida por los antiguos griegos y forma parte de las 48 que enumeró Ptolomeo en el Almagesto en el siglo II.
Alfa Centauri está a sólo 4,37 años luz y sería la estrella más cercana a la Tierra: aunque a simple vista α Cen es una estrella, como descubrió Nicolas Lacalle en 1752, a través de telescopio se observan dos componentes: α Cen A y B. Se trata, pues, de un sistema múltiple.
α Cen A y B son similares al Sol, aunque no exactamente iguales. α Cen A tiene un 10% de masa más que el Sol y es un 23% más grande. También es algo más luminosa. Además, α Cen A y el Sol comparten el mismo tipo espectral, G2V, así que ambas son de color amarillento. En cambio, α Cen B es menos masiva. Sólo posee el 90% de la masa del Sol, tiene un diámetro un 14% menor y es menos brillante, sobre el 50% de la luminosidad del Astro Rey.
El periodo de traslación de α Cen B alrededor de A es aproximadamente 80 años (similar al del cometa Halley alrededor del Sol). Y, de hecho, la distancia que separa a estas estrellas tiene la envergadura del Sistema Solar: la separación máxima entre la estrella primaria y la secundaria equivale a la distancia entre el Sol y Plutón (30 UA, 1 UA = distancia Tierra-Sol).
Hay otra estrella en las cercanías de α Cen A y B, mucho más pequeña y débil. Se trata de
Próxima Centauri, descubierta en 1915 por Robert Innes desde Sudáfrica. Proxima Cen es una enana roja, mucho más pequeña y fría que el Sol. Apenas supera el 1% de diámetro y masa solares y tiene tan sólo el 0,1% de la luminosidad de nuestra estrella. Próxima Cen es, de hecho,
la estrella individual más cercana al Sol, situada a 4,27 años luz. Su distancia a alfa Cen A y B es de 17.000 Unidades Astronómicas. A pesar de la lejanía, los astrónomos creen probable que Proxima Cen orbite alrededor de α Cen A y B, formando un sistema triple de estrellas.
Sospechoso habitual.
Con dos estrellas similares al Sol, y tan "cerca" del Sistema Solar, se ha especulado mucho sobre alfa Centauri. Como la buena ciencia-ficción bebe de la ciencia, hay un buen puñado de
obras con α Cen de protagonista. Isaac Asimov, Arthur Clarke, Robert Silverberg, Stanislaw Lem, William Gibson, Larry Niven... todos han escrito relatos con alfa Centauri de protagonista. Más recientemente, la luna Pandora de la
película Avatar orbita a un hipotético planeta gaseoso en α Cen.
Hasta hace pocos años, se desconocía la viabilidad de planetas orbitando a sistemas múltiples de estrellas, y se alejaba del único sistema de referencia que conocíamos, el propio Sistema Solar. A pesar de ello, SETI buscó señales de vida inteligente extraterrestre en este sistema, y los astrofísicos también llevaban años intentando detectar un planeta extrasolar en alfa Centauri. Hasta hoy.
Con ustedes, el planeta alfa Centauri B b.
La carrera por detectar un planeta en el sistema estelar más próximo al Sol finalizó ayer. El Observatorio Austral Europeo (ESO) anunció el descubrimiento de un planeta extrasolar que orbita la estrella α Cen B. Xavier Dumusque, líder del equipo de astrónomos que ha realizado el descubrimiento, explica que «Nuestras observaciones se prolongaron durante más de cuatro años, utilizando el instrumento HARPS, y han revelado una señal diminuta, pero real, que muestra un planeta orbitando α Cen B cada 3,2 días. ¡Es un descubrimiento extraordinario y ha llevado nuestra tecnología hasta sus límites!»
El nombre del planeta es α Cen B b. Tiene una masa un poco mayor que la de la Tierra y aún se desconoce su diámetro. Sin embargo, las similitudes con nuestro hogar terminan ahí: el planeta α Cen B b está muy cerca de su estrella, a 6.000.000 de km (comparados con los 150.000.000 que separan al Sol de la Tierra). Así, completa su órbita en 3,2 días (en lugar de nuestros 365 días). A esta distancia, la temperatura del planeta podría ser del orden de 1200 °C.
¿Malas noticias, pues, para los astrobiólogos? Stéphane Udry, miembro del equipo, opina que «Debe hacer demasiado calor para albergar vida tal y como la conocemos, pero es posible que forme parte de unsistema en el que haya más planetas. Otros resultados de HARPS y nuevos descubrimientos de Kepler, muestran claramente que la mayor parte de los planetas de baja masa se encuentran en este tipo de sistemas».
El equipo europeo se adelantó a otro equipo estadounidense liderado por Debra Fisher, que también buscaba planetas en α Cen.
Detectando planetas extrasolares
El descubrimiento se realizó con el instrumento HARPS del Observatorio Austral Europeo. Se utiliza para medir la velocidad radial de las estrellas. La velocidad "radial" es la que nos indica cuánto se aleja o se acerca de nuestra línea de visión. Midiendo esta velocidad radial con mucha precisión, se pueden detectar perturbaciones introducidas por otros cuerpos. Y cuanto mayor masa y más cerca orbite dicho cuerpo a la estrella, mayor será la señal y más fácil será detectarlo.
Este método es el mismo que utilizaron en 1995 Michel Mayor y Didier Queloz para detectar el primer planeta extrasolar orbitando a una estrella
normal, 51 Pegasi b. En aquella época, la sensibilidad del instrumento era capaz de detectar variaciones de velocidad de 70 metros por segundo. De esta forma, se descubrieron decenas de planetas gigantes y muy cercanos a sus estrellas: gigantes gaseosos del estilo de Júpiter, muy calientes. Con el paso de los años, el desarrollo tecnológico ha traído un considerable aumento de sensibilidad, y la posibilidad de detectar planetas de masa terrestre. Los anteriores intentos de búsqueda de planetas en las tres estrellas de α Cen habían descartado planetas más masivos que Neptuno. Para detectar a α Cen B b, HARPS ha medido variaciones de velocidad de tan solo
51 centímetros por segundo.
Hay otros métodos de detección de planetas extrasolares. En casi 4 años de funcionamiento, el
Telescopio Espacial Kepler (NASA) ha encontrado, hasta ahora, 2.300 candidatos a planetas extrasolares. Para ello, busca cambios periódicos de brillo en 145.000 estrellas: si el planeta pasa por delante de nuestra línea de visión, la estrella parece descender de brillo temporalmente. Este método es llamado
de tránsito. De los candidatos a planetas del telescopio Kepler, más de 200 tienen una masa similar a la de la Tierra. Según extrapolaciones realizadas por el equipo científico de Kepler, se estima que el 5% de todas las estrellas poseen planetas de tamaño terrestre y nada menos que
el 17% de todas las estrellas poseen múltiples planetas.
Según el equipo de Xavier Dumusque, existe una probabilidad del 10% de que α Cen Bb orbite en nuestra línea de visión y, por tanto, se puedan detectar sus tránsitos. Esto daría información muy valiosa, como el diámetro del planeta.
Un hito astronómico
El descubrimiento es un hito en la astronomía moderna. No es la primera vez que se detecta un planeta extrasolar, ni de masa similar a la terrestre, ni orbitando a estrellas múltiples. La clave está en la cercanía: alfa Centauri es el sistema estelar más cercano al Sol. Esta corta distancia (a escala de la galaxia) implica que, quizás con mejores instrumentos, podamos obtener imágenes directas de este planeta extrasolar u otros que estén por descubrir. Pero no es eso lo que acelera el corazón de los aficionados a la astronomía: tener un conocimiento certero de que justo al lado del Sol hay un planeta con una estrella hace revivir sueños ya olvidados de viajes interestelares.
La sonda Voyager 1 es el ingenio humano que más lejos ha llegado. Lanzada en 1977, está ya a 122 UA del Sol. Recuerda que 1 UA es la distancia que separa a la Tierra del Astro Rey; Neptuno, el planeta más lejano, está a 30 UA. Por tanto, la Voyager 1 ha tardado 35 años en recorrer 122 UA. A ese ritmo, una sonda tardaría miles de años en llegar a α Cen. Y para recorrer tal distancia en el transcurso de una vida, necesitamos velocidades lumínicas, algo que en esto momentos sólo podemos soñar. Si alguien necesitaba alguna justificación para plantear algún sistema de propulsión radical, la existencia de α Cen B b es la excusa perfecta. No lo es, sin embargo, para misiones tripuladas, dado que el planeta es un entorno hostil para la vida terrícola (y una misión tripulada sea exponencialmente más compleja).
En pocas décadas, los planetas extrasolares han dejado de pertenecer al mundo de la especulación científica, cuando no de la completa ficción. Ahora conocemos mucho mejor qué estrellas orbitan, qué masas poseen, qué órbitas predominan. Pero queda muchísimo por estudiar, porque la muestra es aún ínfima. En los próximas décadas, el estudio de las atmósferas planetarias podrá ofrecer información de la composición química. Y, en algún momento, la explicación más probable para la composición de esas atmósferas será la actividad biológica.
Porque, en el fondo, seguimos tratando de hallar respuestas a algunas de las preguntas más irresistibles de la ciencia, y de la humanidad: ¿ha surgido la vida en otros lugares?
Referencias