Un átomo de hidrógeno normal está formado por un protón y un electrón. A partir de un antielectrón, para llegar al antihidrógeno se necesitaría también un antiprotón. El descubrimiento de esta última partícula tuvo lugar en 1955, en la Universidad de California, Berkeley. Lo que faltaba, por tanto, es que se juntasen el antiprotón con el antielectrón (o positrón), dando lugar al antihidrógeno. Ello es lo que en la actualidad se ha hecho en el CERN.

Fuente: El Mundo

Owen Chamberlain, descubridor del antiprotón

Owen Chamberlain. (Foto: AFP)

JORGE ESCOHOTADO

El mundo de la ciencia está de luto tras la muerte a los 86 añosde uno de los mayores estudiosos de la antimateria -sustancia compuesta de partículas de propiedades opuestas a la materia normal-, Owen Chamberlain, científico galardonado con el premio Nobel en 1959 y fallecido el 28 de febrero en Berkeley (California).

Nació en San Francisco en 1920, y estudió en las universidades de Dartmouth (New Hampshire) y Berkeley. Tras ser reclutado para el Proyecto Manhattan y visitar la castigada ciudad de Hiroshima, Chamberlain participó en varios actos de protesta contra el uso de armas nucleares.

En 1955, observó el primer antiprotón, una partícula especularmente idéntica al protón en su forma pero no en la carga, hallazgo con el que inauguraba una nueva era para la Física.

Ya en 1933, el eminente físico Paul Dirac había teorizado sobre la existencia de antipartículas, afirmando que donde había electrones debía haber también partículas complementarias —a las que denominó positrones— con la misma masa, carga opuesta y la particularidad de aniquilarse cuando entrasen en contacto, liberando una enorme cantidad de energía.

Utilizando la famosa ecuación de Einstein, dicha energía equivaldría a la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz, o lo que es lo mismo, que un microgramo de positrones sería capaz de liberar una energía semejante a la producida por 40 kilos de dinamita.

Chamberlain y su equipo fueron pioneros en la detección de antipartículas elementales, para lo cual utilizaron, además de la mera observación de la radiación cósmica —que era la técnica convencional— el Bevatrón, un acelerador construido en Berkeley (California) con la finalidad de crear un antiprotón.

Chamberlain realizó una serie de experimentos junto a Emilio Segré (con quien acabaría compartiendo el Nobel), que le llevaron a descubrir dicha antipartícula, y un año más tarde, el antineutrón. Estos hallazgos dieron lugar entonces a las máscuriosas metáforas —con gatos, guantes, espejos, gemelos, etcétera— para explicar los nuevos conceptos emergentes en mecánica cuántica.

"Si no se hubiese descubierto el antiprotón muchos de los pilares de la Física se habrían derrumbado, pues era algo que sabíamos que estaba allí pero que no podíamos demostrar", ha afirmado el doctor Weinberg, Nobel en 1979, al enterarse del deceso de su colega.

La comprobación de todas estas hipótesis se realizó en 1978, año de la inauguración del Centro de Investigación de Alta Energía (CERN) en Ginebra. Allí se realizó el primer choque controlado de materia y antimateria, lo que confirmó que la cantidad de energía liberada era mil veces superior a la energía nuclear convencional.

Hoy sus aplicaciones son numerosas: fuente de combustible para lanzaderas espaciales, herramienta para la realización de tomografías en medicina nuclear y posible uso como armamento. Pero la antimateria no es barata y se calcula que fabricar un gramo cuesta unos 20.000 millones de euros.

Chamberlain, que había nacido en San Francisco en 1920, falleció vícitma de un Parkinson que padecía desde hacía más de 20 años.