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++ 1937 El Efecto Lamb. confirmación del vacío cuántico

Primer efecto observado que confirma el vacío cuántico. El vacío cuántico está repleto de pares de partículas y antiparticulas virtuales que no pueden ser observadas directamente, pero si a través de efectos indirectos. El efecto Lamb, descubierto este año consiste en el desplazamiento de las lineas de absorción del átomo de hidrógeno respecto de la que le correspondería en el vació clásico y teórico sin influencia cuántica. Los pares de particulas y antipartículas apantallan un poco la carga del protón y modifica pues los niveles energéticos del electrón.( visto en el libro "Reescribiendo el Génesis" de David Jou)

Fuente: Migui

El efecto Lamb y el nacimiento de la electrodinámica cuántica


Corrían los años 50 del siglo XX. En el contexto de la Física Moderna ya hacía un par de décadas de la ecuación de Schrödinger, de los trabajos de Dirac, Bohr, y se empezaba a comprobar como no todo era tan fácil como aplicar el paradigma desarrollado en aquellos primeros años de la mecánica cuántica.Un paso natural tras desarrollar la ecuación de Schrödinger fue aplicarla al modelo atómico. El caso más simple de todos ellos es el átomo hidrogenoide. Es decir, un núcleo y un electrón supuestos ambos puntuales y de tal manera que el centro de masas del sistema está en el núcleo. Por supuesto, se desprecia la interacción gravitatoria y lo único que se toma en cuenta es el potencial electrostático: es decir, la interacción debida a que el núcleo y el electrón tienen una carga eléctrica. Este tipo de potencial decae inversamente con la distancia. Es más fuerte cuanto más cerca  están y depende de la carga eléctrica de ambos.
Resolver este modelo atómico nos conduce a un modelo que, como primera aproximación, nos sirve para entender la estructura atómica. De hecho, una manera habitual de proceder es mejorar este modelo añadiendo términos que cada vez añaden más información relativa al modelo: se va enriqueciendo y cada término lo acerca más a la realidad a costa de perder la posibilidad de resolverlo analíticamente (es decir, sin hacer uso de ordenador). Por ejemplo, suponer que los electrones interactúan entre sí, tener en cuenta que el espín también interacciona y se acopla(estructura fina) suponer que los núcleos tienen una forma y no son puntuales (estructura hiperfina).
Si nuestro modelo es bueno, cada término que añadamos será en orden de magnitud menos importante que los anteriores o, por lo menos, de menor orden de magnitud que la aportación principal que es el modelo hidrogenoide. Así lo que haremos serán correcciones al modelo de capas que se irán ajustando cada vez más al espectro atómico que observamos.
Al final lo que tendremos será una función de onda (una expresión matemática que representa el estado cuántico de los electrones) y un valor de energía asociado a esta. Cuando hay más de un estado para un mismo valor de energía se dice que dicho estado se encuentra degenerado. El estado más bajo de energía posible en un átomo se conoce como estado fundamental y los otros estados con energía mayor se conocen como estados excitados.
Los electrones, debido a que cumplen el Principio de Exclusión de Pauli no pueden compartir un mismo estado cuántico. Así, desde el estado fundamental se irán llenando según los distintos estados disponibles, uno a uno hasta el número total de electrones que admite cada estado en concreto. Esta representación se conoce como configuración electrónica.
Así, en el átomo hidrogenoide el nivel más bajo de energía al que puede ir un electrón se llama “1s“. El número “1″ se conoce como número cuántico principal y nos dice el número de capa en el que se encuentra. La “s” corresponde al número cuántico de momento angular. Corresponde al valor “0″ pero por razones históricas los espectroscopistas  llamaron a los valores l = 0 s (de sharp), l=1 p (de principal), l=2 d (de diffuse), l=3 (f de fundamental) y a partir de l=4 se siguen las reglas del alfabeto por la forma que tenían las líneas del espectro. En total hacen falta 4 números para indicar el estado completo de un electrón.
El primer electrón irá al 1s^{1} el segundo irá al 1s^{2}. No comparten el mismo estado porque aún pueden variar los otros dos números cuánticos de los que no he hablado: los que involucran al espín del electrón. Posteriormente viene la ocupación de la capa “2p” ya que el “2s” tiene mayor energía. En un estado de tipo “p” caben hasta 6 electrones. Esto es debido a que tienen distinta orientación espacial, como vemos en la siguiente imagen:
La zona amarilla tiene un 99% de probabilidades de albergar un electrón. La energía del átomo hidrogenoide depende únicamente del número cuántico principal. Esto nos indica que, en un átomo de hidrógeno es esperable que el estado “2s” y el estado “2p” tengan la misma energía. En los años 50 se descubrió que no era así. De hecho, la energía del estado “2s” es ligeramente mayor que la del “2p” aunque para poder verlo hay que irse hasta la sexta cifra significativa ya que la corrección es pequeñísima. Y aunque es muy pequeña, se vió y se midió y aunque parezca un hallazgo inocente lo cierto es que puso en jaque a toda la física atómica en aquel momento. Este efecto se conoce como efecto Lamb o Lamb shift. Este efecto consiguió que hubiera que replantearse conceptos fundamentales y llevó a fundar la electrodinámica cuántica. Aparecieron las fluctuaciones cuánticas del vacío.
Ocurre con mucha frecuencia que las cosas más insignificantes provocan auténticas revoluciones, y esta fue una de las más grandes de la física del siglo XX. En la primera parte del siglo XX la mecánica cuántica hablaba sobre partículas, estados, energías, y de pronto se vió la necesidad de que algo tan abstracto como un “campo” fuese modelado desde el punto de vista cuántico. La electrodinámica cuántica es la teoría cuántica del campo electromagnético.
Siempre que se desarrolla una teoría se exije respaldo experimental. La teoría hace predicciones que deben contrastarse con la realidad. Y esta teoría es hasta ahora la teoría física más precisa jamás desarrollada. Ha sido capaz de predecir magnitudes con 11 cifras de concordancia con la realidad. Y pueden parecer pocas pero, por comparar, únicamente conocemos 4 cifras para el valor de “G” la constante de gravitación universal, la más antigua conocida. Obviamente, también el valor del “salto Lamb” medido concuerda muy bien con  la predicción teórica.
Por supuesto, su formulación no estuvo exenta de problemas como la renormalización. Ocurría que al aplicar teoría de perturbaciones los términos que aparecían se hacían cada vez más grandes en lugar de hacerse cada vez más pequeños. Esto obligó a rehacer los cálculos o, quizás, mirarlos desde otro punto de vista más adecuado.

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