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++ 1873 Electricidad y magnetismo se unen. James Clerk Maxwell,


James Clerk Maxwell elaboró por primera vez las relaciones matemáticas que describían el campo electromagnético como un fenómeno unificado, presentó el mundo con cuatro concisas ecuaciones que parecían totalmente suficientes para el propósito para el que habían sido ideadas. En caso de haber existido monopolos magnéticos, las cuatro ecuaciones hubieran sido bellamente simétricas, con lo que electricidad y magnetismo habrían representado una especie de imagen de espejo uno del otro. Sin embargo, Maxwell dio por supuesto que los polos magnéticos siempre existían por parejas mientras que las cargas eléctricas no, y esto, forzosamente, introducía una asimetría. En el prefacio de la obra de James Clerk Maxwell, "Treatise on Electricity and Magnetism", éste declaró que su principal tarea consistía en justificar matemáticamente conceptos físicos descritos hasta ese momento de forma únicamente cualitativa, como las leyes de la inducción electromagnética y de los campos de fuerza, enunciadas por Michael Faraday. Con este objeto, Maxwell introdujo el concepto de onda electromagnética, que permite una descripción matemática adecuada de la interacción entre electricidad y magnetismo mediante sus célebres ecuaciones que describen y cuantifican los campos de fuerzas. Su teoría sugirió la posibilidad de generar ondas electromagnéticas en el laboratorio, hecho que corroboró Heinrich Hertz en 1887, ocho años después de la muerte de Maxwell, y que posteriormente supuso el inicio de la era de la comunicación rápida a distancia.

El matemático escocés James Clerk Maxwell imaginó una serie de cuatro ecuaciones relativamente simples. Describían lanaturaleza de las interrelaciones de la electricidad y el magnetismo. Se hizo evidente pronto que las ecuaciones de Maxwell se cumplían en todas las condiciones y que explicaban la conducta electromagnética. Incluso la revolución de la relatividad introducida por Albert Einstein (1879-1955) en las primeras décadas del siglo XX, una revolución que modificó las leyes de Newton del movimiento y de la gravitación universal, dejó intactas las ecuaciones de Maxwell. Si las ecuaciones de Maxwell eran válidas ni los efectos eléctricos ni los magnéticos podían existir aislados. Los dos estaban siempre presentes juntos, y sólo existía electromagnetismo, en el que los componentes eléctricos y magnéticos eran dirigidos en ángulos rectos uno a otro. Además, al considerar las implicaciones de sus ecuaciones, Maxwell descubrió que un campo eléctrico cambiante tenía que inducir un campo magnético cambiante, que, a su vez, tenía que inducir un campo eléctrico cambiante, y así sucesivamente. Por así decirlo, ambos saltaban por encima, por lo que el campo progresaba hacia afuera en todas direcciones en forma de una onda transversal que se movía a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. Esto era la «radiaciónelectromagnética». Pero la luz es una onda transversal que se mueve a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, y la conclusión irresistible fue que la luz en todas las longitudes de onda, desde los rayos gamma hasta las ondas radio, era una radiación electromagnética. El conjunto formaba un espectro electromagnético. Luz, electricidad y magnetismo se mezclaban en un solo fenómeno descrito por una sola serie de relaciones matemáticas.

Fuente: Cienciaes
James Clerk Maxwell. El genio tartamudo.
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James Clark Maxwell (1831-1879) era de todo menos un demonio, aunque para muchos estudiantes de ciencias e ingeniería la sola mención de sus famosas ecuaciones sea motivo de la más indecorosa huida. Por supuesto nunca fue esa la intención del sabio al descubrirlas, él lo único que perseguía era dejar claro lo que otros habían comprobado y demostrado antes que él: que la electricidad y el magnetismo están indisolublemente unidos.La historia venía de 1820, cuando un físico danés llamado Oersted estudiaba la electricidad que circulaba por un cable conductor, generada con una pila inventada por Volta 20 años antes. Para asombro del físico, una brújula colocada por casualidad cerca del cable, cambió de dirección al pasar la corriente eléctrica. La circulación eléctrica influía en la aguja imantada. Así nació la relación entre la electricidad y el magnetismo, una relación que demostró ser más íntima de lo que se había pensado gracias a muchos otros investigadores, especialmente Faraday.
Maxwell demostró esa relación a lo grande, como hacen los genios, reduciendo un problema de dimensiones titánicas a cuatro ecuaciones matemáticas maravillosas que llevan su nombre: "Las ecuaciones de Maxwell".La influencia a distancia de la electricidad en los imanes, y viceversa, indicaba la existencia de perturbaciones electromagnéticas que se propagan por el espacio formando ondas. Maxwell dio un paso más: la luz es la expresión visible de las ondas electromagnéticas que viajan por el éter. Si levantara la cabeza se asombraría de todo lo que ahora hacemos con las ondas que el definió en sus ecuaciones: la radio, la televisión, las transmisiones espaciales, la telefonía móvil, etc.
Si Maxwell fue un demonio en algo, ese algo fue su habilidad con las matemáticas. Con ellas atacó el problema del calor poniéndose del lado de un científico austriaco llamado Ludwig Boltzmann que defendía la existencia de los átomos (por entonces esto aun no estaba claro). Boltzmann sostenía que el calor y otras propiedades de la materia se pueden explicar con la estadística. El movimiento de una muchedumbre es predecible porque la mayoría de los que la forman se mueven de forma parecida, aunque algunos se salgan de madre. Con las moléculas de un gas pasa lo mismo, la media es lo que importa.Era una teoría arriesgada y por eso Boltzmann encontró muchos detractores, pero Maxwell le apoyó desde el principio. Boltzmann, deprimido por la incomprensión de sus colegas, acabaría suicidándose en 1906. Analizando el problema del calor como producto del movimiento desordenado de las moléculas de un gas, pensó que unas moléculas son más rápidas y otras más lentas pero la mayoría se mueven en torno a una velocidad media que depende de lo caliente que esté el gas. Maxwell atacó el problema de forma estadística y descubrió cómo se distribuyen las velocidades de las moléculas para cada temperatura concreta.La ecuación, conocida como "Ecuación de Maxwell-Boltzmann", es uno de los pilares de la Física Estadística.
Estos estudios le llevaron a plantearse un problema imaginario que parecía contradecir uno de los principios sagrados de la física: el Segundo Principio de la Termodinámica. Viene a decir este principio que dos cuerpos aislados a diferente temperatura, si se ponen en contacto, siempre pasará el calor del más caliente al más frío y no al revés. También se dice de esta otra manera: la entropía, es decir, el desorden de un sistema aislado, nunca decrece.
El problema que planteaba el sabio se conoce como "El demonio de Maxwell". Supongamos —decía el sabio— que tenemos dos gases a distinta temperatura encerrados en dos cámaras contiguas y aisladas del resto del Universo. Las moléculas de ambos tendrían entonces distinta velocidad media. Puestos a imaginar, imaginemos un diablillo juguetón que tuviera la facultad de controlar una puerta que conecte las dos cámaras. El demonio podría ver cada molécula individualmente pero sólo abriría la puerta a las moléculas más rápidas. De esta manera, una de las dos cámaras se calentaría cada vez más y la otra se enfriaría, derrotando al Segundo Principio de la Termodinámica.El demonio de Maxwell aun asusta a más de una mente científica.( Juegue a ser un demonio).


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