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** 1795 Anticipación de los agujeros negros por Pierce Simon Laplace,

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1795 Anticipación de los agujeros negros. Pierce Simon Laplace, aplicando la física de Newton anticipa la posibilidad de la existencia de los agujeros negros, pasando completamente desapercibida esta postulación..


Fuente: Periodista digital

Piere-Simon de Laplace

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Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, cuando me he hecho adulto he dejado las cosas de niño... Esta frase de San Pablo que parece chocar frontalmente con aquella de su maestro --“si no os hiciereis como niños”--, tiene más enjundia y desde luego más connotaciones de las que Pablo le dio. O por lo menos la Iglesia, tan dada a hacer teología de cualquier pensamiento nimio de Pablo de Tarso, no sacó jamás las consecuencias globales que de ello se deduce.
La humanidad ha venido “hablando” durante muchos siglos como un niño: ante tal estímulo natural o conceptual, la humanidad sólo tenía respuestas infantiles. Algunas veces respuestas infantiles en boca de doctos doctores de esa misma Iglesia (recordemos las tonterías científicas desde San Agustín a Tomás de Aquino). Prueba de la vaciedad y trivialidad de sus afirmaciones científicas es el olvido absoluto en que éstas han caído.
Cuando la Humanidad pretendió ser adulta, la Iglesia vino a decirle que no, que debía seguir siendo niña. “Magíster dixit, sed non Paulus”. Ni quería ni le interesaba que la sociedad creciera y hablara por su cuenta.
Nos podríamos referir a ese “hablar adulto” de los sabios atomistas y mecanicistas griegos, aquellos a quienes Platón y Cía., espiritualistas ellos, taparon la boca (más tarde la Iglesia se la cerró de tal modo que ni siquiera tenemos constancia de que alguna vez pensaran, descubrieran o escribieran algo: sus escritos desaparecieron del horizonte culto, quizá devorados por alguna oportuna hoguera. ¡Son tan cristianas las hogueras!).
Hubo otro intento de hablar adulto en el Renacimiento, pero sus derrotas enfilaron otros rumbos. Tuvo que ser a finales del XVIII y comienzos del XIX cuando resonó el “habla adulta” con toda su fuerza, sin que pudieran hacerla callar los despreciativos jerifaltes de la credulidad, a pesar de toda su fuerza organizada y voceadora. ¡Cuántas risas ha provocado la ascendencia simiesca del homo sapiens!
Una frase me ha hecho detenerme en uno de ellos, Pierre-Simon de Laplace (1749-1827) matemático y astrónomo francés, estudioso y profundizador en la mecánica celeste, continuador de los estudios de I. Newton. Lo que hoy son asuntos que aparecen en cualquier libro de “Conocimiento del Medio”, asuntos hasta superados, interesaron mucho en su tiempo. Dichos adelantos científicos venían a desmontar teorías imposibles de defender matemáticamente.
Pero teorías con las cuales encandilaban las mentes de los crédulos para "demostrar" a Dios.Teorías por otra parte en las que se sustentaba una de las patas de la creencia, el orden cósmico que derivaba de los “conocimientos” de la Biblia, cantados por uno de sus poetas, el Rey David.
Entre otras cosas, y a modo de anécdota, Laplace postuló la idea de un colapso o implosión gravitacional, como si de un “big bang” o de “agujeros negros” se tratara.
Tanta fue su fama que hasta el emperador Bonaparte se interesó por sus obras y por sus maquetas celestes (quizá este juguete le cautivara más que conocer en profundidad sus investigaciones).
Entre los temas por los que el Emperador se interesó, ha quedado para la posteridad una respuesta dada por Laplace. Al ser preguntado por qué en sus estudios no aparecía la figura “dios”, éste contestó de manera impasible, quizá altanera, pero con gran enjundia doctrinal: “Je n’ai pas besoin de cette hypothèse” (No tengo necesidad de tal hipótesis). Respuesta que, dicha en otro ambiente, le habría llevado directamente a los calabozos del Tribunal de la Inquisición.
Poco habría que comentar de respuesta tan categórica, pero en relación a lo dicho en los prolegómenos respecto al hablar adulto, destaco dos consideraciones, hablando también de forma adulta:
1. El mundo funciona bien y se explica mejor sin necesidad de recurrir a instancias extrínsecas, ajenas al mismo mundo, Dios. Otro mazazo más a la Providencia secular de Dios. Con tales pensadores la credulidad tuvo que cambiar de discurso, acomodándolo a las evidencias científicas.
2. Laplace formula el “asunto Dios” como una hipótesis más digna de ser estudiada. Como tal, debe ser demostrada para constatar su veracidad ¿Podemos, pueden, seguir considerando a Dios como una hipótesis? Hasta ahora Dios-personal-ser supremo-independiente del hombre ¡no ha podido ser demostrado ni es patente a la razón!
Pero ya la Humanidad se está cansando de buscar razones que no deriven en contra-razones inmediatamente.

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