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** Dentro de 4.500 millones de años. El Destino de nuestro Sol.

Aproximadamente a 550 años luz de distancia de la Tierra, una estrella como el Sol está retorciéndose en su agonía. Chi Cygni ha aumentado de tamaño hasta convertirse en una estrella gigante roja que es tan grande que se tragaría a todos los planetas hasta Marte en nuestro Sistema Solar. Además, ha empezado a pulsar dramáticamente, como un gigantesco corazón. Nuevas imágenes en primer plano de la superficie de la lejana estrella muestran sus latidos con un detalle sin precedente.

Fuente: Homínidos

La muerte del Sol y el nacimiento de la nebulosa

El Sol es una estrella y brilla porque en su interior se llevan a cabo reacciones nucleares de fusión. Durante dichas reacciones se liberan fotones, los cuales atraviesan el Sol y una vez alcanzada su superficie viajan por el espacio libremente. Algunos de esos fotones llegan a la Tierra, rebotan contra quizá un coche, después llegan a tus ojos consiguiendo impactar en los conos y bastoncillos que son las células fotorreceptoras que hay en nuestros ojos, entonces se genera un impulso electroquímico que viaja por nuestro nervio óptico que llega a nuestro cortex visual y éste construye la imagen que vemos. Este periplo de los fotones es sin duda uno de los viajes más fascinantes y sorprendentes que nos ha descubierto la ciencia.

Todo este viaje empezaba con la fusión nuclear. Las estrellas no son algo estático sino que evolucionan a lo largo del tiempo, podemos hablar en sentido metafórico de la vida de las estrellas. En la etapa en la que se encuentra el Sol es una etapa estable, la estrella se encuentra en equilibrio.

Las estrellas son objetos muy masivos y por lo tanto tienen una gran gravedad. Su gravedad es tan grande que la propia estrella debería colapsar sobre si misma, si esto no sucede, es porque algo lo impide, ese algo que se opone a la tremenda gravedad es la presión que ejercen los fotones hacia el exterior. Este equilibrio se mantendrá estable mientras las reacciones nucleares se sigan produciendo. Pero como es obvio esto es algo que con el tiempo cambiará. Actualmente se fusiona hidrogeno, en la cadena de reacciones de fusión del hidrogeno se acaba generando helio. Cuando el hidrogeno se acabe se empezará a fusionar el helio. Éste es un proceso que se sigue repitiendo a lo largo del tiempo, cuando se acaba un elemento se empieza a fusionar el elemento resultante de las reacciones anteriores. Pero todo esto tiene un límite y es cuando se intenta fusionar hierro, esto es algo que no se puede conseguir ya que la fusión del hierro no es un proceso que genere energía sino que necesita que se aporte energía para realizarlo, en estas condiciones las reacciones nucleares cesan y el equilibrio entre presión de radiación y gravedad desaparece, siendo la gravedad la vencedora, el interior del Sol colapsará y todas sus capas externas caerán sobre su núcleo comprimido por la gravedad, rebotando sobre éste y esparciéndose por el espacio, creando lo que se conoce como nebulosa planetaria.

Antes de ese explosivo final el Sol ira experimentando distintos cambios, debido a las distintas reacciones nucleares que se han ido dando en su interior. Pasara por un estado de gigante roja, que probablemente engulla a la Tierra, y si la Tierra sobrevive a esto, la explosión final probablemente acabe con ella.

No podemos saber exactamente como será la nebulosa planetaria a la que dará lugar el Sol, pero podemos hacernos una buena idea observando la nebulosa de la hélice. En este vídeo se la puede ver tanto en el visible como en el infrarrojo, es todo un espectáculo:


Ventana externa


Ismael Pérez Fernández.

Fuente: Ciencia Kanija

Imágenes en primer plano de una estrella moribunda muestran el destino de nuestro Sol

Estrella en explosión
Chi Cygni, mostrada en esta concepción artística, es una estrella gigante roja cerca del final de su vida. Conforme agota su combustible, pulsa hacia dentro y hacia fuera, como un gigantesco corazón expulsando sus capas de material. Crédito: ESO/L. Calçada
Aproximadamente a 550 años luz de distancia de la Tierra, una estrella como el Sol está retorciéndose en su agonía. Chi Cygni ha aumentado de tamaño hasta convertirse en una estrella gigante roja que es tan grande que se tragaría a todos los planetas hasta Marte en nuestro Sistema Solar. Además, ha empezado a pulsar dramáticamente, como un gigantesco corazón. Nuevas imágenes en primer plano de la superficie de la lejana estrella muestran sus latidos con un detalle sin precedente.
“Este trabajo abre una ventana al destino de nuestro Sol dentro de 5000 millones de años, cuando esté cerca del final de su vida”, dijo el autor principal Sylvestre Lacour del Observatorio de París.

Conforme envejece una estrella similar al Sol, empieza a agotar su combustible de hidrógeno en su núcleo. Como un coche que se queda sin gasolina, su “motor” empieza a resoplar. En Chi Cygni, vemos esos resoplidos como un aumento de brillo y atenuación, provocados por la contracción y expansión de la estrella. Las estrellas en esta etapa de su vida se conocen como variables Mira por el primero de tales ejemplos, Mira “la Maravillosa”, descubierta por David Fabricius en 1596. Conforme pulsa, la estrella está despojándose de las capas exteriores, que en unos pocos cientos de miles de años crearán una maravillosamente billante nebulosa planetaria.

Chi Cygni pulsa una vez cada 408 días. En su diámetro más pequeño de 480 millones de kilómetros, queda moteada con brillantes manchas cuando las columnas masivas de plasma caliente enturbian su superficie. (Estas manchas son como los gránulos en la superficie de nuestro Sol, pero mucho mayores). Conforme se expande, Chi Cygni se enfría y atenua, creciendo hasta un diámetro de 770 millones de kilómetros – lo bastante grande para absorber y chamuscar el cinturón de asteroides de nuestro Sistema Solar.
Por primera vez, los astrónomos han fotografiado estos drásticos cambios en detalle. Informan de su trabajo en el ejemplar del 10 de diciembre de la revista The Astrophysical Journal.
“Básicamente hemos creado una animación de una estrella pulsante usando imágenes reales”, afirma Lacour. “Nuestras observaciones demuestran que la pulsación no es sólo radial, sino que aparece con inhomogeneidades, como el gigantesco punto caliente que aparece en su radio mínimo”.
Fotografiar estrellas variables es extremadamente difícil, por dos razones principales. La primera es que tales estrellas se ocultan dentro de una compacta y densa capa de polvo y moléculas. Para estudiar la superficie estelar dentro de la capa, los astrónomos observan las estrellas en una longitud de onda específica de luz infrarroja. El infrarrojo permite a los astrónomos ver a través de la capa de moléculas y polvo, de la misma forma que los rayos-X permiten a los médicos ver los huesos dentro del cuerpo humano.
La segunda razón es que estas estrellas están muy lejanas, y por tanto se ven muy pequeñas. Incluso aunque sean enormes comparadas con el Sol, la distancia hace que parezcan no mucho mayores que una pequeña casa en la Luna vista desde la Tierra. Los telescopios tradicionales carecen de la resolución adecuada. Por consiguiente, el equipo usó una técnica llamada interferometría, la cual implica la combinación de la luz procedente de varios telescopios para arrojar una resolución equivalente a un telescopio tan grande como la distancia entre ellos.
Usaron el Conjunto del Telescopio Infrarrojo Óptico del Observatorio Astrofísico Smithsoniano, o IOTA, que está situado en el Observatorio Whipple en Mount Hopkins, Arizona.
“IOTA ofrece una capacidades únicas”, dijo el co-autor Marc Lacasse del Centro Harvard-Smithsoniano para Astrofísica (CfA). “Nos permite ver detalles en las imágenes que son unas 15 veces menores que las imágenes resueltas por el Telescopio Espacial Hubble”.
El equipo también reconoce la utilidad de las muchas observaciones contribuídas anualmente por astrónomos aficionados de todo el mundo, que fueron proporcionadas por la AsociaciónAmericana de Observadores de Estrellas Variables (AAVSO).
En la próxima década, la posibilidad de imágenes ultra-definidas que permite la interferometría entusiasma a los astrónomos. Objetos que, hasta ahora, parecían un punto está progresivamente revelando su verdadera naturaleza. Superficies estelares, discos de acreción de agujeros negros, y regiones de formación planetaria alrededor de estrellas recién nacidas solían comprenderse principalmente a través de modelos. La interferometría promete revelar su verdadera identidad y, con ellas, algunas sorpresas.


Fecha Original: 15 de diciembre de 2009
Enlace Original

Fuente: El mundo

Asi morirá nuestro Sol

 

Las estrellas como nuestro Sol son muy 'fotogénicas' al final de sus vidas. No hay más que fijarse en esta espectacular imagen de la llamada 'Nebulosa del Esquimal' (NGC 2392), que se encuentra a unos 4.200 años luz de la Tierra, recién captada en todo su esplendor por el telecopio Chandra de la NASA. 

Las nebulosas planetarias como NGC 2392 se forman cuando una estrella termina de gastar todo el hidrógeno en su núcleo interior, algo que le sucederá a nuestro Sol dentro de unos 5.000 millones de años. En ese momento, la estrella empieza a enfriarse y expandirse, incrementando su tamaño hasta alcanzar unas dimensiones colosales, centenares de veces más grandes que las de su estructura original. 

Eventualmente, las capas externas de la estrella se desprenden y son arrastradas por un viento cósmico que viaja a 50.000 kilómetros por hora. Entonces, lo único que queda del viejo astro moribundo es un núcleo caliente. 

Este núcleo de la nebulosa, cuya superficie tiene una temperatura de 50.000 grados Celsius, eyecta sus capas externas, que son arrastradas a una velocidad todavía mayor por un viento más poderoso: nada más y nada menos que seis millones de kilómetros por hora. 

La radiación emitida por la estrella caliente y su interacción entre los dos vientos de mayor y menor velocidad forman la 'cáscara' de la nebulosa. Con el tiempo, el astro moribundo colapsa y se convierte en una enana blanca. 

Hoy, los astrónomos puede observar nebulosas como NGC 2392 con un nivel de precisión que sus predecesores jamás podían haber imaginado. La nueva imagen de esta estrella moribunda combina datos del telescopio Chandra con otras observaciones del Hubble, que muestran (en rojo, verde y azul) la complejísima estructura de las capas externas eyectadas por el astro. 

Los filamentos con forma de cometa se forman cuando el viento más veloz y la radiación emitida por el núcleo de la estrella interactúan con el polvo y el gas más frío que fueron expulsados anteriormente por la estrella.

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